Y es que, cada vez que llueve, al bajar del puente (hacia la ciudad), el lugar se convierte en un lodazal, que impide que las personas transiten con normalidad por el sitio.

El charco que se crea, hace que, incluso, algunos tengan que quitarse los calzados para no ensuciarlos, o esperar un tiempo hasta que puedan pasar.

Próximo al puente peatonal hay locales que se ven afectados por las condiciones del lugar. Estos, en repetidas ocasiones, han servido como refugio a quienes huyen de la lluvia, y más de una vez han sufrido inundaciones.

NO LO CUIDAN
Ni hablar del estado del puente que, generalmente, está sucio. Se puede apreciar cómo las escaleras están llenas de papeles y cartuchos de basura, que arrojan las personas que lo utilizan.

A pesar de que es un puente muy transitado, poca es la limpieza que se le brinda. Todos piden que las autoridades tomen cartas en el asunto y solucionen el problema.

TAMBIEN POR RESOLVER
Ese no es el único inconveniente, ya que también hay un gran herbazal que da mal aspecto, complica la visibilidad y es el escondite de algunos animales y personas del mal vivir.