La tragedia del domingo en la noche en la Calle 50, donde un grupo de autos chocó estrepitosamente, un joven perdió la vida, y otros salieron heridos, era un suceso que muchos en la ciudad sabían que pasaría tarde o temprano.
Lo sabían, porque ninguna autoridad puso mano fuerte ante las regatas, porque los padres de familia tampoco lo han hecho con sus hijos (gente adinerada en el mayor de los casos) y porque todos nos cruzamos de brazos.
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