Jerry fue muy atento. (Foto: Jesús Simmons / EPASA)
Franklyn Robinson
| DIAaDIA
“Amigochis”, la llegada de Jerry Rivera al aeropuerto Internacional de Tocumen fue toda una odisea. Comenzaremos diciéndoles que al principio hubo un tres y dos con el artista, que si llegaba, que si no, pero los organizadores movieron sus fichas rápido y averiguaron en qué vuelo y a qué hora llegaba al artista desde Orlando. Lo hizo a las 7: 45 de la noche.
La verdad, nos tocó sentarnos a esperar, porque llegamos temprano, qué digo temprano. Pasado el tiempo, vi una mano grande moviéndose de un lado al otro, como si fuera un "wichi waper", era el fotógrafo indicándome que venía Jerry.
Cuando el cantante salió de Migración, todas las personas que esperaban: papá, mamá, abuelita, tío y cuñados, en el aeropuerto, se le abalanzaron. Unas gritaban: “te amo”, “te quiero”, “te adoro”, “Jerry, por favor, un autógrafo”, “tómate una foto conmigo”. Jerry, muy amable, autografió muchos papeles, se dejó tomar fotos, y las fans seguían impidiendo nuestro trabajo periodístico. Pero llegó el momento en que pude colarme y conversar con el “Cara de niño”. Nos dijo que tiene un compromiso adquirido con las mujeres. Hummm! ¡Se nota! Además, que estaría muy contento de grabar un disco con toda su familia, ya que sería muy bonito.
En ese momento, llegó gran cantidad de mujeres que lo halaron y lo arrastraron nuevamente, para tomarse fotos, besarlo y pedirle más autógrafos. Fue tanta la algarabía que ellas mismas tomaban sus fotos. No, no es cuento, las chicas lo abrazaban, ponían la cámara delante y clic, no importaba si la foto salía movida, la cosa era tener la evidencia. ¡Jejeje!
No les miento, cuando se fue Jerry, que por cierto no le pudimos preguntar nada más, una mujer gritaba: “Hoy dormiré como nunca, es el mejor regalo que Panamá me ha dado”. ¡Madre santa! ¡Todo lo que causó “una cara de niño”! ¡Jajaja!