En un momento en que se detuvieron para descansar, el niño, que iba correteando por doquier, descubrió una cueva.

-Papá, ven, corre. ¡Mira qué agujero tan grande tiene esta montaña!

De repente, se asustó súbitamente al oír una voz que venía de aquel agujero, repitiendo: -Papá, ven, corre. ¡Mira qué agujero tan grande tiene esta montaña!

Sobresaltado, fue corriendo a refugiarse a los brazos de su padre. - Papá, ¿qué es eso?, ¿quien está ahí escondido?

Tras sosegarle, el padre le tomó de la mano y se acercaron juntos a la boca de la cueva. - "Tranquilo -dijo el padre- dile algo, no temas, papá, está aquí contigo, háblale".

El niño, todavía temeroso y sin soltar la mano de su padre, empezó a gritar: - ¡Tonto! ¡Estúpido!

La voz le respondía: - ¡Tonto! ¡Estúpido!

Se apretó fuertemente contra su padre y le volvió a preguntar: - Papá, ¿qué es eso?, ¿quién está ahí escondido?

El padre se agachó y le dijo muy bajito: - Dile cosas bonitas, ánimo, ya verás.

El niño empezó a decir: ¡Hola! ¿Estás ahí? Eres un gran tipo y estoy contento de hablar contigo.

La voz le respondió: - ¡Hola! ¿Estás ahí? Eres un gran tipo y estoy contento de hablar contigo. Entusiasmado le preguntó de nuevo a su padre: - Papá, ¿quién es?

A lo que su padre respondió: - Es la vida, hijo mío, de la manera que tú le llamas, te responde.