La adolescencia es una etapa de crisis, de ausencia y desarrollo; pero, sobre todo, es una época de identificación. Nuestros jóvenes, ¿con quiénes se están identificando? ¿Con sus padres y madres? ¿Con maestros y profesores? ¿Con los líderes de la comunidad y el país?

No deja de llamarme la atención la cantidad de jovencitos que cada día se suma a las filas de "pavos" y "secres" de los diablos rojos (asistentes de chofer de bus), y sin ninguna otra aspiración.

Los actuales adultos se han caracterizado por repetir una y otra vez: "Mis hijos tendrán todo lo que yo no tuve". Pues, parece que algo siempre les faltó a los niños. ¿Qué sería? Tengo la impresión que no fue el último juego electrónico ni las zapatillas de marca. Creo que por allí no va el asunto.

Creo que el punto es otro. Cada vez que hago el esfuerzo de analizar un problema juvenil, termino siempre por llegar a la misma conclusión. Al final del hilo que me explica algún conflicto, encuentro a un adulto involucrado. Por ejemplo, detrás de las pandillas están los traficantes de armas y drogas y los lavanderos de dinero. Me entristece constatar que nosotros los adultos ya no somos los héroes de nuestros jóvenes. Pero enfurezco cada vez que un mayorse lava las manos y traslada su responsabilidad a un menor de edad.