Empujando su carretilla de un lugar para otro, lo encontramos vendiendo su refrescante producto en los predios de la cinta costera, lugar que últimamente ha sido muy aprovechado por humildes panameños y hasta extranjeros que, como él, buscan ganar dinero honradamente para el sustento familiar.

Roger contó con orgullo que hace 15 años vende agua de pipa y explicó que el negocio es rentable, siempre y cuando "uno se zurre" trabajando. Y es que él se levanta desde las 4:00 a.m. y termina su labor a eso de las 7:00 p.m.

Ahora que está la cinta costera, el comerciante está vendiendo en avenida Balboa, pero, normalmente, él recorre la vía Transístmica, Paitilla y otros lugares en busca de clientes.

Son dos los hijos que tiene este trabajador, ellos tienen 12 y 17 años, son su razón para salir todos los días a buscar el pan para poder educarlos y criarlos con bien, aseveró.

Cuando la entrevista estaba en su apogeo, una nube negra se posó sobre todos y rápidamente empezaron a caer las gotas de lluvia, Roger parecía no sentirlas, pues seguía conversando amenamente, quizás porque en tantos años, no era el primer chaparrón que le caía. Ahí lo dejamos, mientras observábamos cómo buscaba la manera de guarecerse por un momento, para tan pronto escampara, seguir refrescando la sed de los visitantes de la, ya famosa, cinta costera.

INSPIRACION
Roger tiene dos hijos, ellos son su fuerza para seguir adelante.