Había una vez una isla donde vivían todos los sentimientos, entre éstos el amor, la vanidad, la alegría y la tristeza.
Un día, esa isla se inundó y todos los sentimientos tenían medios para irse, excepto el Amor.
Cuando de repente vio venir un barco. Era el barco del Dinero, y el Amor le preguntó:
Dinero, ¿puedes llevarme? Este contestó... ¡no! En mi barco sólo hay lugar para el dinero.
Tiempo después pasó el barco de la Vanidad. Una vez más el Amor preguntó:
Vanidad, ¿podrías llevarme?... Y la Vanidad contestó: No... Estás muy mojado y podrías arruinar mi barco.
Ya el Amor sentía que no le quedaría más remedio que quedarse solo en la isla inundada, sin posibilidad de sobrevivir.
Luego pasó la Tristeza, y el Amor volvió a preguntarle si podría llevarlo. La Tristeza contestó: Estoy muy triste Amor, prefiero ir solo.
Al rato pasó el barco de la Alegría, pero ésta iba tan contenta, que pasó sin verlo.
Otra vez el amor estaba a punto de darse por vencido, cuando de pronto escuchó una voz que le decía: "Ven Amor, yo voy a llevarte".
El Amor estaba tan contento que se olvidó de preguntarle quién era.
Cuando llegó a tierra firme, el Amor le preguntó a la Sabiduría quién lo había salvado de la muerte. Esta contestó: El Tiempo, porque es el tiempo el único que puede salvar un gran Amor.
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