"Una de las cosas que sucede con nuestro modelo de participación ciudadana es que la gente está cada vez más convencida de que mirando los acontecimientos en la pantalla chica se compromete más que el que no ha visto nada".
JUAN CALZADILLA
Una de las características de estos tiempos es la cantidad de información a la que tiene acceso el ciudadano común y silvestre. Es tanta, que hasta parece una campaña. Pero, ¿de información o de desinformación?
Hoy en día vivimos sumergidos en la más millonariamente ¿provocada? de las paradojas: la de la ignorancia atiborrada de datos. La consecuencia: la escasez del pensamiento crítico. ¿O estaré equivocado y hoy somos más analíticos? ¿Somos capaces de medir los efectos de la televisión, por ejemplo, en nuestras vidas?
La información es poder. De lo que no estoy seguro es de quién en el actual océano informático, lo posee y lo ejerce. ¿Acaso serán los ciudadanos que día a día se sientan frente a las pantallas chicas a ver las noticias? ¿Serán aquellos que leen los periódicos desde la primera hasta la última plana, pasando por los clasificados? ¿Quiénes tendrán el poder real?
Supongo que las respuestas son obvias. Pero, ¿puede alguien estar libre de esas maquinaciones del poder? Creo, de repente ingenuamente, que si no se puede lograr una autonomía total, por lo menos sí se puede tomar distancia. Y no es a través de la lucha armada. La plata de la compra de fusiles tarde o temprano llega a los bolsillos de aquellos a quienes se pretende combatir. ¿Entonces?
¿Será la cultura? ¿La cultura del maremagno de información disponible? ¿La cultura manifestada en el arte? ¿Es que todos podemos ser artistas? ¿Podrán algunos hombres y mujeres ser cultos o todas las mujeres y los hombres están determinados a ser hombres y mujeres cultos? No sé. Pero por lo menos esta tarde mientras intento contestarme, voy a apagar el televisor.
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