Hoy les escribo a mis colegas. Sí, a esa gente que hace televisión día a día y que debe tener como fin, informarnos los acontecimientos y que por muy dolorosos que sean no deben tomar partido.

Sí, esta columna es para ti colega que te atreviste a preguntarle a una esposa y madre destrozada ¿cómo se siente? en medio del dolor que es la pérdida de un ser querido.

Sí, tu mismo que tuviste la frialdad de acercarte a su casa, grabarla cuando gritaba de la desesperación, cuando lloraba desconsolada porque toda su familia falleció. Sí, no te hagas, tú que te atreviste una y otra vez a preguntarle a esos humildes panameños estupideces que de seguro no te gustaría te preguntaran a ti en un momento de dolor.

¿Te has preguntado colega, cómo puede sentirse la esposa, madre, hermanos e hijos del conductor del camión cuando tienen que sumarle al dolor que de por sí viven, que lo catalogues de irresponsable, de asesino, de salvaje, ¡de miserable!? ¿Sabes tú, colega, la tortura que debe ser para la familia del conductor fallecido leer en los periódicos, escuchar en la radio y ver en la televisión cómo se arrastra el nombre de su familiar fallecido por muy responsable que sea de un hecho? No, no lo sabes porque no estás en la piel de esa gente. No lo sabes porque en la búsqueda de ratings has perdido la sensibilidad, responsabilidad social y objetividad que implica ser periodista. No lo sabes porque, a diferencia de esa señora, tu familia está en casa, viendo lo que tú haces y porque no has perdido a nadie en esas circunstancias.

Qué arrogantes somos los periodistas. Nos creemos que todo lo sabemos. ¿Quiénes somos para juzgar a alguien? ¿Qué autoridad tenemos que podemos juzgar a quienes nos de la gana y si lo hacen con nosotros nos vestimos de guerra? ¿Quién dijo que nuestra función es insultar a una persona, sea quién sea y calificarlo? ¿Eres juez, abogado, fiscal, acusador o periodista? ¿Por qué cuando las victimas son de familias "poderosas" el manejo es respetuoso y con los pobres explotas su dolor? Pregúntatelo.

Si no lo sabes colega, te lo recuerdo. El periodismo es información. Ni más ni menos. El periodismo es informarle a tu audiencia qué pasó, donde pasó, cómo pasó, por qué pasó y cuándo pasó. No es arrancarte la investidura y creerte un juez. Periodismo no es tomar parte en una situación –por dolorosa que sea- y que lo disfraces diciendo que en ese momento, frente a unas cámaras, hablas como ciudadano.

Yo te pido colega, un segundo nada más para que, con los ojos cerrados, te pongas en el lugar de la familia de las 24 personas que perdieron la vida. Imagínate, ni Dios lo quiera, que por un segundo muere tu madre o hijo. Imagínate a tu compañero del canal acercándose a ti a preguntarte ¿cómo te sientes? ¿Honestamente colega, qué harías? Dime si te parece justo que en el momento en que una familia está destrozada aparezcas tú a hundir tu dedo en la herida con la vulgar, barata y cruel excusa de que estás informando y eso es lo que quiere la audiencia. ¿Crees tú que la audiencia es tan idiota o bruta que no sabe que esa familia está sufriendo por un hecho tan lamentable? ¿Cómo preguntas semejante estupidez en medio de semejante dolor? Estás a tiempo, por lo menos, de respetarles su dolor en los sepelios de esta semana.

Por favor, piénsalo.