Están desesperados. Los olores fétidos que se concentran en el ambiente los tienen con dolores de cabeza, de estómago y hasta con amebas. La razón es que en La Siesta, en calle Pocrí, hay una familia que está pasando, no "el Niágara en bicicleta, sino la calle en canoa", porque las heces están a flor de piel.
Yolanda Espinosa es una de las más afectadas, porque las aguas negras salen frente a su casa y recorren toda la calle. Ella vive con sus hijos que están pequeños y sus padres. Los moradores tienen que permanecer con las puertas y ventanas cerradas por lo hediondo. Hasta ahora, nadie ha querido ayudarlos a solucionar esta difícil situación.
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