Es un problema de siempre. Erika Cárdenas es una indígena que reside en Kuna Nega y tiene seis hijos. Debido a la pobreza en la que viven, su hijo de 11 años salía a las calles a trabajar, específicamente en el vertedero de Cerro Patacón.
A su madre no le gustaba la idea de que su pequeño ocupara su infancia trabajando y, para evitarlo, decidió inscribirse en un curso de costura de Casa Esperanza, mediante el cual, hoy día sabe hacer pantalones y faldas de escuela para vender.
LA OTRA CARA
Karelis Castillo es egresada de Casa Esperanza y recordó que ingresó a sus 12 años, debido a que ella planchaba para poder comprarse sus útiles escolares, pero no le prestaba la debida atención a la escuela y "estaba perdiendo mi infancia".
Hoy día es una profesional en Educación e imparte clases en la asociación.
Ramón Alemán, director ejecutivo de Casa Esperanza, manifestó que el tema de Trabajo Infantil es un problema de siempre. Esta organización cuenta con unos siete Centros de Atención Integral en donde albergan a niños desde los 3 años hasta 18, para que después de la escuela ocupen su tiempo en actividades culturales, educativas y no caigan en riesgo social.
Uno de los principales centros está ubicado en el área de Curundú, por ser el corregimiento que más casos tiene de trabajo infantil, luego de un estudio realizado. Con esto han logrado sacar entre 1,500 y 1,700 niños de las calles de Panamá.
TRABAJADORES
Según estadísticas manejadas por Casa Esperanza, en Panamá existen unos 89 mil niños víctimas de trabajo infantil.
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