De las cinco, sólo una estaba que "jimeaba" del llanto, porque su chico la había decepcionado. La mantenía en un estado de confusión: que si la quería, que si no la quería, que quería un tiempo. Ella lloraba, porque lo había llamado para decirle que no se olvidara que ella lo amaba y él, muy "amable", le tiró el teléfono, porque según sus palabras, "eres una intensa". Ella sólo quería demostrarle un poco de cariño, luego de que tenía dos días de no saber de él (un matrimonio de cinco años que está pasando por problemas).

En ese momento, otra compañera pidió una pausa al cuento. Ella tomó su teléfono y dijo: "mamá, te llamaba para decirte que ya llegué donde mi amiga. Quédate tranquila, ¿cómo te fue hoy? Te amo mucho, mamá". Inmediatamente pensé y capté los dos ejemplos que la vida me estaba poniendo en ese momento. Cuando tenemos una pareja, nos preocupamos al 100% por esa persona, lo que no está mal si la persona se lo merece, pero al ver el ejemplo de mi amiga, puedo asegurar que si ella hubiese llamado a su madre para decirle que la amaba, ella no le hubiese tirado el teléfono.

En su desesperación decía que no podía evitar llamarlo, pero si a alguna o a alguno de los que están leyendo esta columna les sucede que cuando llamen a una persona y ésta les responde de mala manera, llamen a sus madres, padres, hermano o hermana, ellos de seguro no les responderán de mala manera, sino todo lo contrario. Es más, cuando les piquen los dedos por llamar a ese que no se lo merece, marquen otro número, a- parte de que evitan llamar a ese desalmado, le demuestran su cariño a ese ser tan querido que siempre nos tiene presente.

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