Le pedí a Dios que me quitara el dolor. Dios dijo: "NO. Yo no te lo debo quitar, tú lo tienes que dejar". Le pedí a Dios que hiciera que mi niño paralítico fuera completamente sano, que pudiera correr, danzar y reír en los campos de juegos y en los jardines y en la playa. Dios dijo: "NO. Su espíritu está completo, su cuerpo es sólo temporal".
Le pedí a Dios que me concediera paciencia ante todos los eventos desconcertantes de esta difícil vida que me ha tocado vivir. Dios dijo: "NO. La paciencia viene como resultado de las tribulaciones, no se concede, se gana".
Le pedí a Dios que me diera felicidad, porque la vida es tan dura y las lágrimas me persiguen a todas partes. Dios dijo: "NO. Te doy bendiciones. Tú decides si quieres ser feliz".
Le pedí a Dios que me librara del sufrimiento, de la angustia y de los malos ratos. Dios dijo: "NO. Los sufrimientos te alejan de los afanes del mundo y te acercan a mí".
Le pedí a Dios que hiciera crecer mi espíritu, que me hiciera más noble y caritativo. Dios dijo: "NO. Debes crecer por ti mismo y yo te voy a podar para hacerte dar fruto".
Le pedí a Dios todas las cosas que podría disfrutar en la vida. Dios dijo: "NO. Te doy vida para que disfrutes de todas las cosas".
Le pedí a Dios que me ayudara a amar a otros, con el amor con que él me ama a mí y me sostiene a lo largo del tiempo. Dios me dijo: "¡Ah!... finalmente estás empezando a entender".
|