"Tú no debes estar allí, levántate y vámonos para la casa", decía entre llantos la señora Miriam Hurtado, quien por segunda vez tuvo que despedir a un hijo muerto, luego de ser víctima de la violencia en El Chorrillo.
El barrio donde creció fue el mismo que lo vio morir la noche del domingo, cuando unos sujetos, que siguen sin ser identificados, le dispararon por la espalda a Henry Castillo, de 22 años, sólo porque el joven tenía familia que reside en la Calle 28, cuya pandilla es enemiga de la de Calle 23.
Vestido con saco y corbata, tal como si fuera a algún evento político de los que solía participar, vistieron al jovencito a quien le dieron el último adiós, que se prolongó desde la noche del miércoles cuando fue llevado a El Chorrillo donde se realizó una vigilia; en la mañana fue trasladado a la Universidad de Panamá donde estudiantes, profesores y miembros del Partido Revolucionario Democrático, al que pertenecía, compartieron anécdotas, pero sobre todo, lamentaron que personas inocentes sigan muriendo a manos de delincuentes.
Finalmente, Henry fue llevado al camposanto Parque del Recuerdo, ubicado en Milla 8, donde después de la misa le dieron cristiana sepultura, en medio del llanto de sus seres queridos y de una pertinaz lluvia.
DOBLE DOLOR
Durante la travesía, más se intensificaba el dolor de doña Miriam, madre del joven que hace ocho años perdió a su hijo menor cuando quedó en medio de una balacera en el barrio.
Ella, ahora sólo espera que la calma vuelva al lugar y que el gobierno cumpla con la promesa de bajar los índices de inseguridad.
Ahora sólo le queda cuidar de Gladys, de 14 años, pues su otro hijo es mayor de edad. Ambas deberán luchar juntas para salir adelante, tratando de buscar la manera de alejarse del barrio que por cosas de la violencia les arrebató a dos miembros de su familia.
NO CESA
Entre el domingo y lunes, tres personas murieron en el corregimiento de El Chorrillo.
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