Ha sido olvidado por su familia. En medio de la soledad y de las frías paredes de su casa, encontramos a Eduardo Lambert González, un humilde señor, residente en Samaria, sector 3.
A sus 64 años está prácticamente inválido pues, por cuestiones de la edad y problemas de salud, tuvo que dejar su trabajo de albañilería y optar por sobrevivir haciendo camarones y mandados a los vecinos. Pero por cosas del destino, un día se resbaló y cayó.
A Lambert lo tuvieron que operar y le suturaron la herida, fueron 20 puntos, porque sufrió una fractura en el muslo. Pero como no tenía qué comer, tuvo que ir a hacer otro mandado y se lastimó nuevamente; ahora casi no puede caminar.
SIN APOYO
A pesar de tener tres hijos, el señor Lambert no recibe apoyo de ellos, sólo hay uno que lo va a visitar de vez en cuando e incluso se lo llevó a vivir a su casa, pero él no se sentía bien allá y regresó a la suya.
VIVE DE LA CARIDAD
La mala alimentación se ve reflejada en un cuerpo casi en extremo delgado. Y es que él sólo come cuando sus vecinos le dan "alguito", como dice Lambert.
Las carencias son las características del hogar: los sillones en mal estado, el techo lleno de goteras, una pequeña y deteriorada estufa de mesa, sumado a una despensa sin alimentos y un recibo de luz con cuatro meses de morosidad.
"Estoy solo y aburrido, ni siquiera puedo salir a trabajar", comentó. Además, vive con miedo por los maleantes, quienes le están robando las pocas cosas que tiene.
AYUDA
Lambert necesita un par de muletas para movilizarse, aunque sea dentro de su casa, porque sólo tiene una.
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