¡No puede entrar, necesita una invitación!, fue la tajante respuesta que un guardia de seguridad nos dio cuando no nos dejaba entrar a una discoteca de la localidad. Mis amigas y yo quedamos sorprendidas, pues anteriormente habíamos pasado por el lugar y observamos que nadie entraba con invitación. Luego, una de ellas acusa al seguridad de racista y este visiblemente molesto repite la misma explicación ante su negación. Pero al minuto, un grupo de personas de tez blanca llegó al lugar, no fueron revisadas, y sin mirar a la figura autoritaria entraron como si nada. Ahhhh, se me olvidaba, sin invitación.
¡Qué horror!, ¿en qué planeta estamos viviendo?, fue lo que pensé. ¿Hasta donde ha llegado la ignorancia del ser humano, tal que el color de su piel determina su entrada a un sitio "apto" para todo público (sacando a las menores de edad)? O sea que no podemos divertirnos igual que los otros. Necesitamos tener amistades de piel blanca que sean una influencia para que podamos hacer más de cuatro cosas. ¡No puede ser!, ¿tan poco valemos? ¡Claro que no!
Ojo. No culpo al seguridad, él sólo cumple con los mandatos que le dan sus superiores.
Parece mentira que en un país, al cual se le denomina "Crisol de Razas", ocurran aberraciones como esta. Aquello sucedió hace tres años y al parecer la realidad no ha cambiado, porque hace dos semanas el novio de una amiga pasó por la misma situación, pero en una discoteca vecina.
Hay diversas facetas, pues se presenta de negros a blancos, contra discapacitados o contra una persona que tenga un bajo salario.
En fin, somos iguales los unos y los otros, tenemos los mismos derechos, estudiamos, trabajamos lo mismo que los demás; así que no somos menos que nadie, la sangre que corre por nuestras venas es de un solo color y nunca sabemos en qué momento esa persona a la que se discrimina puede tender la mano cuando se necesita.
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