Fiel a su juramento. Cuando Justo González, esposo de la enfermera Lidia Atencio, juró ante el altar estar en las buenas y en las malas al lado de su amada, sabía que jamás fallaría a ese compromiso.
De ese importante acto han pasado 15 años, y Justo sigue allí apoyando a su esposa ahora que más lo necesita. Sin él, Lidia no hubiera ido superando la tragedia que vivió la tarde del 23 de octubre de 2006, dentro del bus 8B-06, de la ruta Mano de Piedra Corredor.
Ayer no fue la excepción, ya que Justo se encontraba en primera fila en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, para recibir a Lidia, quien regresaba de Houston, Estados Unidos, de hacerse una operación.
En el mes que su esposa estaba fuera de casa, se encargó de cuidar a los niños, llevarlos a la escuela, ponerlos a estudiar, darles de comer y limpiar la casa.
A su salida de la terminal aérea, la enfermera Lidia hizo una pausa para atender a los medios de comunicación. Con mucha paciencia explicó que le separaron los dedos de la mano izquierda que tenía pegados. Agregó que en noviembre regresará al German Hospital, en Houston, Estados Unidos, para realizarse la operación en la otra mano. La última operación que le harán será la del rostro.
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