Un impedimento físico puede parecer una experiencia insuperable, sin embargo, muchos lo asumen como un reto de vida.
A los 12 años, Guillermo González perdió su pierna derecha, cuando una vidriera estalló durante el tiempo de la invasión. Guillermo iba saliendo del local comercial, cuando los vidrios le cortaron músculos y vasos sanguíneos. Su madre cuidó siempre de él. Ya adulto, aún se mantenía bajo el cuidado de su madre, pero ante las necesidades, decidió que era suficiente y salió a buscar trabajo. Las opciones no eran muchas, pero Guillermo se las ingenió, y desde hace más de cuatro años trabaja como vendedor ambulante en los buses.
A diario Guillermo va a comprar su mercancía. Usualmente se le puede ver en el área de Tumba Muerto. Por su carisma, se ha ganado la confianza de los conductores de buses, que le permiten subirse para que venda sus cereales en barra a los pasajeros, luego se baja en la parada más próxima y toma otro bus de vuelta.
"Mi discapacidad no es un impedimento, para mí es un reto para salir adelante, esto es lo que me ha ayudado a sobrevivir", dice Guillermo.
Gracias a su esfuerzo, ha logrado independizarse y ahora vive en un apartamento junto a su pareja.
Guillermo es devoto del Cristo Negro de Portobelo, todos los años camina desde la entrada de Sabanitas hasta la iglesia para venerar a su santo.
SE LO PROPUSO
"Llevo muchos años lisiado, pero eso no me ha impedido buscar mi sustento honradamente".
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