La vida es un torbellino de sinsabores y amarguras. De esta forma, Agustín Castillo calificó los tropiezos que la vida le ha puesto en su camino y que lo han alejado del amor de sus hijos.
Él vive en el Hogar de Ancianos San Pedro Nolasco, ubicado en El Chorrillo desde hace siete años, sin contar con el amor de ningún familiar, que es lo que más anhela en esta vida.
Narró que hace veinte años, la vida le jugó una mala pasada y fue víctima de un juicio que lo condenó a 13 años en prisión. Durante ese tiempo nunca recibió la visita de sus hijos y mucho menos de su esposa.
"Estando en la cárcel lloraba por la soledad en la que vivía, pero el amor de Dios lo reconfortó a seguir hacia adelante".
Contó que tiene un cuaderno donde escribe todas las experiencias por la que atraviesa, porque sabe que algún día uno de sus hijos o nietos podrán leer su vida.
Después que Castillo terminó de pagar condena no tenía a donde ir, por lo que unas personas lo refirieron al Hogar San Pedro Nolasco, que ahora ve como su único hogar. En el albergue le dan todas las atenciones que pueden ofrecerle, cuentan con salas de entretenimiento, máquinas para hacer ejercicios, un pequeño parque, comida y ropa limpia.
Entre los sueños de Castillo está poder volver a ver a sus hijos y pedirles perdón, porque él no guarda resentimiento alguno.
Sólo sabe que una de sus hijas vive en Tocumen y la otra en el corregimiento de Burunga.
¡Ayúdenme a ver a mis familiares! pidió Don Agustín, ayer cuando se conmemoró en el Día Mundial del Adulto Mayor.
ILUSIONES
Castillo a veces sueña despierto que juega con sus nietos, porque es muy triste estar solo.
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