Durante los cinco años del gobierno pasado, los arteros estrategas oficialistas analizaron la fuerza de la huelga del 97: Los padres de familia. Desde inicio del año escolar, el buen nombre de los docentes fue involucrado en varios escándalos sexuales. ¿Qué se hizo para evitar la impopularidad?

Muy a tiempo (léase muy fríamente), el Gobierno calculó la cantidad del aumento a dar. Fue mucho antes del conflicto. Esa cantidad sólo aumentaría si la popularidad de la huelga docente aumentase. No fue así, al contrario, disminuyó drásticamente. El Gobierno hace un llamado a los padres de familia. Ellos no respondieron ni enviaron masivamente a sus hijos a las escuelas, posiblemente debido a una mezcla de apatía, compromisos laborales y ahorro de gastos. La estrategia de los gremios, ¿incluyó una política de acercamiento con los padres de familia?

Algunos supuestos aliados de la huelga funcionan bajo la tesis de la toma del poder y desde él realizar la revolución. Aprovechan cada oportunidad para desarrollar esta hipótesis revolucionaria. Pretendieron unir el paro con el "no" a la ampliación del Canal y así evitar la reelección del partido oficialista en el 2009. ¿Estaban conscientes los huelguistas de este escenario político?

La huelga llegó a un punto de no regreso. Lo más evidente fueron los descuentos. ¿Será que la huelga ya es un arma de combate obsoleta? ¿Qué otras armas hay que inventarse?

Consecuencias: El sistema educativo agravó su crisis y el Gobierno, para aparentar salvarlo, va a promover una nueva ley educativa, porque esto no ha acabado. El neoliberalismo busca convertir la educación en un negocio. ¿Sabían eso los huelguistas? ¿Bailarán el segundo acto de esta malvada coreografía? El neoliberalismo espera que se sostenga la división gremial y que cada educador derrotado y desmoralizado, asuma con desgano sus labores docentes. ¿Caerán en la trampa?