Castillo es residente del área de San Pablo, en Chiriquí y llegó de Estados Unidos el miércoles de la semana pasada, junto a tres chiricanos más de las áreas de Río Sereno y Boquerón, junto a un capitalino.

Por 50 días vivió una amarga experiencia en ese lugar, por lo que le pide al Gobierno que ayude a los 27 detenidos que aún están en ese penal, al igual que a 10 mujeres que se mantienen con un aparato electrónico en su cuerpo.

"Es difícil estar en una cárcel americana porque las leyes son muy estrictas y hay que cumplirlas. Son momentos muy difíciles porque se atraviesan casos que nunca pensamos vivir; hay un maltrato psicológico, es algo muy duro", expresó Castillo mientras comenta que nunca perdió la fe en Dios.

Uno de los obstáculos que vivió allá fue la alimentación que se recibe en el penal. "Es un problema, es una comida para perros, no para un ser humano; el trato es muy malo, te encadenan, te esposan los pies, y no merecíamos un trato así", señaló.

Para poder regresar a Panamá, Castillo indicó que pagó su pasaje. "El problema aquí es que el Gobierno de Panamá envió una comisión y ésta nos mintió, porque allá nos ofrecieron pasajes para venir a todos y en ningún momento cumplieron eso", explicó.