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Estudiar es comprender
Los estudiantes tratan de memorizar los textos de las materias, sin comprender lo que estudian. (foto: Cortesia)

Dr. Denis Cardoze | Psiquiatra de niños y adolescentes
Dedicarse de la misma forma a todas las materias no es recomendable, y cada maestro debe enseñar cómo estudiar.

Si observamos la forma en la que los estudiantes acostumbran a aprender las lecciones, comprenderemos con facilidad por qué el estudio se les hace tan tedioso a la mayoría.

Estudiar es habitualmente una rutina de memorización: el alumno repite mentalmente, y a veces oralmente, una serie de datos impresos en sus textos o cuadernos para dar la lección al día siguiente. Los maestros saben que esto es así, pero no hacen gran cosa por remediarlo.

De hecho, muchos de ellos recomiendan a sus pupilos tratar de comprender lo que leen o estudian, pero muy pocos les enseñan a aplicar métodos útiles con ese fin. Los exámenes, tal y como se realizan en las escuelas, muy pocas veces pueden distinguir entre el alumno que sabe realmente la lección, que la domina desde distintos ángulos, y aquél otro que solamente la repite mecánicamente. Es más, son causa frecuente de injusticia a la hora de la evaluación de los conocimientos.

Si saber estudiar es tan importante para el buen desarrollo de las tareas escolares, para el aprendizaje más sólido mediante la asimilación consciente de los conocimientos, entonces ¿a qué se debe que a los niños no se les enseñe a hacerlo desde los primeros grados?

Tratar de estudiar las diferentes asignaturas académicas con el mismo método no resulta práctico, y los encargados de impartirlas harían bien en poner a sus alumnos en condiciones de entender el por qué del estudio de su materia, y el cómo se puede aprender mejor.

El programa curricular debe estar bien coordinado de modo que unas materias no impidan la dedicación a otras. No es nada raro que se manden para la casa hasta tres, cuatro o cinco tareas o más. Después de haber pasado de cinco a seis horas sentados en una banca, con excepciones de pocos minutos de recreo, los jóvenes llegan a sus casas con ganas de todo menos de estudiar o hacer tareas.

Pasar tantos años en una escuela y salir sin saber estudiar, es algo realmente incomprensible, algo absurdo, pero es la realidad para miles de estudiantes que se gradúan cada año. Algunos jóvenes siguen cursos sobre cómo estudiar en centros privados, pero no serían necesarios si la misma escuela se encargara de impartirlos. Si los docentes no están capacitados para esta labor, entonces ¿no es importante que las escuelas programaran cursos de esta naturaleza para ellos, y a su vez, organizar ellos una enseñanza teórico-práctica de métodos de estudio con sus propios discípulos?

Los padres de éstos podrían beneficiarse igualmente de estos cursos para guiarlos mejor en sus tareas. Las escuelas que sigan esta recomendación, seguramente verán disminuir sus índices de fracasos al final del año, y los estudiantes y sus padres se sentirían más motivados, además de proporcionarles a los primeros una de las condiciones más importantes para lograr metas intelectuales más altas.

EN CASA
Es común ver a las madres sentarse con los hijos a repetir de memoria las lecciones. Se dan casos en los que ni ellas mismas entienden lo que está memorizando el niño. Además, los gritos, los insultos mutuos y los escándalos que se producen en muchos de los hogares, crean un ambiente de tensión perjudicial.





   
 
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