Volvió a nacer. Han pasado más de 20 años y Olga Cárdenas todavía recuerda aquella tarde en la que, quien era su amado, la arrastró escalera abajo del edificio en el que vivían, sólo porque una amiga la había ido a visitar.
Olga cuenta que desde pequeña, su abuela siempre le dijo que tenía que casarse con un hombre guapo y de ojos verdes. "Mi abuela me decía que tenía que mejorar la raza" destacó. Cárdenas siguió el consejo y quedó encantada con la elegancia de un hombre que por ocho años la maltrató. "Fueron momentos difíciles y de desesperación", expresó Olga, quien afirma que la situación empeoró tanto que llegó a sumergirse en el alcohol.
"Pensaba que ya no había solución y decidí tomar para no acordarme de la realidad en la que vivía. Ella no trabajaba porque su ex no la dejaba y si decía algo, la mandaba a callar. "Yo soy una persona extrovertida que me gusta estar rodeada de gente y participando en distintas actividades, pero a él no le gustaba" y debió jugar un papel de sumisa.
Aunque necesitaba una voz de aliento, al contarle el problema a su abuela, ésta le decía que tenía que aguantarse todo.
Hubo momentos en que pensaba que era la culpable de todo. "Yo me echaba la culpa de su ira y lo justificaba", afirmó Olga. Hasta llegó a pensar que era ella la que tenía que cambiar, hasta que decidió ser sumisa, ni hablaba ni preguntaba nada y solo seguía órdenes.
Su ex compañero no quería que Olga saliera de la casa. "Me pegaba por cualquier tontería, hasta por ir al ginecólogo", relató. Después de ocho años de gaznatones, golpizas y jalones de cabello, Olga dijo "hasta aquí" y tomó la decisión de no dejarse maltratar y, por ende, no quería nada con él.
FUE DIFICIL
A pesar de que Olga logró salir del infierno en que vivía, fue duro. "Las mujeres somos codependientes de los hombres, a pesar de que me pegaba, pensaba en él", expresó.
A ella la ayudó un grupo de apoyo. "Llega un momento en que tocas fondo y no quieres una golpiza más y necesitas apoyo", destacó.
Hoy, Olga Cárdenas es una profesional y líder en su comunidad, El Chorrillo. Su organización, el Comité Femenino de Panamá, se encarga de ayudar a mujeres que pasaron por lo mismo que ella. A diario, Olga da charlas a mujeres que han sido víctimas del maltrato y, mediante su comité, realiza campañas dirigidas a jóvenes, parejas y familias para evitar el maltrato.
TERRIBLE PANORAMA
A pesar de las iniciativas que se han realizado y de las instituciones que apoyan a las víctimas, los casos de violencia doméstica van en aumento y una prueba son los que llegan a diario al Hospital Santo Tomás (HST).
Generalmente, la víctima, que suele tener un rango de edad de entre 20 y 40 años, presenta golpes como los sufridos en una riña, o sea, traumas en la cara y el cuerpo. Sin embargo, también se han dado los casos de la presión psicológica sin haber sido golpeadas.
El doctor Cruz dijo que hay casos que han sido más extremos como los de personas que llegan quemadas, con heridas de arma blanca o de fuego.
Mensualmente, en el HST se atienden unos 54 casos por violencia doméstica y es que estadísticas reflejan que en el 2006 allí fueron atendidos 569 casos y el año pasado 672, cifras que no varían de las actuales.
Explicó que se han dado situaciones en las que la mujer agredida fallece producto de las lesiones, pero que la mayoría de los casos no son tan graves, pues tras ser atendidas, las pacientes se retiran ese mismo día para su casa.
Ante este panorama, Olga afirma que en la sociedad están las herramientas para que una mujer víctima del maltrato salga adelante, pero son ellas las que tiene que tomar la decisión. "Hay muchas asociaciones que te pueden ayudar, pero uno tiene que tener fuerza de voluntad y pedir ayuda", comentó.
Olga comparte su experiencia y muestra su rostro de guardiana de otras mujeres maltratadas, al celebrarse mañana el Día Internacional contra la violencia hacia la mujer.
SIGNOS DE LA VIOLENCIA
Te maltrata físicamente (empujones, puntapié, puñetes, etc.) Ignora tus sentimientos con frecuencia. Te ridiculiza o te insulta en público o en privado. Utiliza su visto bueno como premio o castigo. Rechaza mantener relaciones sociales en tu compañía. Te controla el dinero y toma todas las decisiones. No te permite trabajar o te obliga a cargar con el peso económico del hogar. No trabaja o no comparte el dinero. Te amenaza con frecuencia con abandonarte o hacerte daño a ti, a tus hijos o a tu familia. Te acosa con cuestiones que él imagina que estás haciendo. Te manipula con mentiras y contradicciones.
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