"Qué pena me das", así me dijo un liso medio borracho con suéter del Barça cuando le dije que no iba ni por su equipo ni por el Real Madrid.
"Qué hueso", pensé, qué quiere que haga si ese clásico encuentro no me roba la calma. Pero preferí no contestarle para no formar una polémica...
Sí, lo digo a los cuatro vientos, esos juegos de fútbol me dan igual, ni frío ni calor.
No sé por qué, será porque soy "rara", dice una amiga, ¡pero no! Yo, como cualquier mortal, disfruto de un partido de fútbol, mi equipo favorito siempre ha sido Brasil, pero estos dos no me llaman la atención, lo siento.
No me quedó de otra que ver el partido del lunes, gocé al ver los golazos que metieron y vitorié las peleas que se formaron en el campo de juego, esto, rodeada de hombres en su mayoría, quienes se pusieron el suéter de su jugador favorito y que no paraban de mofarse de aquellos que perdieron al no poder anotar ni uno de los cinco goles que les metió el famoso Barça.
Y sí, también por ahí estaba el liso medio borracho que se indignó al escuchar que no iba ni por su equipo ni por el contrario. Me tenía estresada, no paraba de gritar, de saltar y para rematar de tirar cerveza con cada gol que metían, mínimo y estaba en pleno culeco de Carnaval.
¡Qué va! Con ese juego reafirmé que esos ansiados clásicos no son lo mío, discúlpenme nuevamente... Pero una cosa sí que no cambia, y es el hecho de deleitarme la vista con esos jugadores, que gane el que quiera, pero gracias por brindar tan espectáculo de belleza masculina a nosotras las mujeres.
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