El amor de una madre tiene mil caras. No importa si el maquillaje tempranero de una mañana laboral disimula el desvelo de una noche junto a un hijo enfermo, o si la dura tarea como ama de casa le impide cubrir con el más fino cosmético el cansancio de su rostro, eso no importa.
Lo realmente importante es su compromiso con esos seres que trajo al mundo, aun sabiendo que su vida no sería la misma.
Para ella no hay imposibles. Si no, ¿cómo se explica que pueda ser una esposa comedida, una profesional competente, una administradora del hogar, una mamá, una cómplice y amiga, todo a la vez?
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