Esta especial mujer contó que, cuando tenía tres meses de nacida, su madre murió y fue criada por su abuela, quien trató de darle la mejor educación al estilo del campo.

Cuando tenía 15 años, se casó con el padre de sus hijos, y junto a él trabajó el monte cultivando arroz, frijoles, entre otros productos agrícolas, para criar a sus hijos.

Cuando su esposo murió, se trasladó a la ciudad buscando mejores días para ella y sus hijos. Con esta hazaña, logró que sus hijos aprendieran oficios con los que tienen mejor presente, que el que ella tuvo en su juventud.

La felicidad más grande para doña María es que uno de sus nietos, Orlando González, se convirtió en padre: "Siempre quise que uno de mis hijos fuera padre, pero no fue así, ahora mi nieto me cumplió el sueño".

A su edad ya no recuerda fechas, ni mucho menos cuándo murió su esposo, lo que sí sabe es que tuvo que luchar mucho para echar para adelante a su familia. Hoy, a sus 93 años, se siente muy orgullosa de todos ellos.