Luego de varios años de trabajar en la construcción, Antonio Rodríguez decidió hacer un cambio en su vida, dejó a un lado los bloques y la pala, y estableció un puesto de venta de frutas y verduras. Ya son 7 años los que lleva, vendiendo sus frescos productos en una de las aceras cercanas al edificio de la Lotería Nacional de Beneficencia.
Todo el que va a comprar sus números de la suerte, aprovecha para comprar también las verduras más frescas para sus sopas y comidas.
Como todo pequeño empresario, Antonio comenzó poco a poco. Al principio vendía otro tipo de verduras y legumbres; sin embargo, le iba mejor con la venta de yuca, ñame y otoe.
Igualmente, en su puesto no pueden faltar frutas, y como en toda Navidad, el clásico guandú oloroso. Desde las tres de la mañana, "Callao", como le dicen a Antonio, se despierta para arreglar su casa para luego salir a trabajar.
A sus 46 años, "Callao" agradece que con su trabajo ha logrado mantener a sus 3 hijos y cubrir los gastos de la casa. Para este hombre, la pena no existe; todo trabajo, mientras sea honrado sirve: "Sólo hay que agachar el codo, y sin pena, para poder sobrevivir y salir adelante".
OPTIMISTA
Como buen santiagueño, Antonio Rodríguez no le teme al trabajo.
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