Trabajar vendiendo bollos y tortillas o viajando en un carro cisterna para distribuir agua potable es parte del pasado de 60 niños de La Chorrera, que decidieron dejar de laborar para dedicarse por entero a sus estudios.
Desde los nueve años, Velkis Ibeth Benítez salía a las calles del poblado de Naos y comunidades cercanas para vender empanadas hechas por su madre.
El dinero de la venta era usado para comprar la comida del día y demás gastos de la casa, asegura Velkis, quien por ser la mayor de los hermanos era la única que salía a trabajar.
Ahora, su vida ha cambiado gracias al Programa de Becas distribuidas a través del Programa para la Erradicación del Trabajo Infantil y Protección a las Personas Adolescentes Trabajadoras (CETIPPAT).
Esta iniciativa obliga a los padres de los niños beneficiados con las becas a enviarlos a las escuelas para recibir una educación digna.
Otro de los requisitos es mantener al día el control de vacunas o de lo contrario se les quitan el beneficio.
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