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La alegría de compartir
La carrera en sacos arrancó carcajadas a grandes y chicos. (Foto: Hermes González)

Redacción | DIAaDIA

La sombra generosa de un inmenso árbol de mango, sirvió de marco para la celebración de un día especial en la comunidad de Pajonal, en Penonomé.

Hasta allá se trasladó gran parte del personal de la Editora Panamá América, S.A. para llevar regalos, bolsas de comida, alegría y diversión a más de 60 niños y sus padres, como parte de las actividades tradicionales de responsabilidad social empresarial del grupo Epasa.

Desde muy temprano en la mañana del día 9 de enero, salió una caravana desde la ciudad capital. Al llegar a la iglesia de la comunidad, ya había niños y niñas a la espera de la sorpresa que, estaban seguros, recibirían.

Alrededor de las 11: 00 comenzó la acción, no sin antes ofrecer una oración de acción de gracias en la que participaron niños y adultos.

Luego vendrían los cantos, las poesías y los juegos. La carrera en sacos arrancó carcajadas y aplausos, mientras que el juego de la carretilla demandó un gran esfuerzo de los participantes. Causó mucha gracia que los adultos hasta dieran volteretas al caer con sus sacos, en tanto que los que jugaron a la carretilla sudaron la gota gorda para llegar a la meta.

Después, el plato fuerte: la piñata. Una "Rosita fresita" y un Santa Claus fueron destruidos a punta de palos que, emocionados, bateaban los niños y niñas. El revolcón en busca de las pastillas exaltó la algarabía que ya se vivía en Pajonal.

El momento de la entrega de juguetes llegó, y con él, las risas de los grandecitos y el llanto de algunos pequeñines, molestos porque no podían con tanta carga y se les caían los regalos, a los que se sumaban las canastitas con golosinas. ¡Joo, se fueron cargados!

Pero todavía la fiesta no acababa: un arroz con gallina de patio y una ensalada de papas después del mediodía, coronó la actividad. Los niños y sus padres, tirados por el llano, comían sus manjares, y después, los mayorcitos recogieron sus bolsas con alimentos secos, que llevaron a sus casas para la comida de los días subsiguientes.

Y así, cada uno se fue despidiendo, y la algarabía daba paso a la satisfacción después de la diversión.





 
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