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  viernes 20 de enero de 2006 enviar por email versión para imprimir
  OPINION
HISTORIA
El gancho

Redacción | DIAaDIA

¿Qué tiene que ver el silencio con un pirata que usa por primera vez un gancho en lugar de una mano, que le cortó un enemigo?

Parece un paralelismo descabellado... aunque no tanto. Veamos:

Un marinero y un pirata se encuentran en un bar y empiezan a contarse sus aventuras en los mares.

El marinero nota que el pirata tiene una pierna de palo, un gancho en la mano y un parche en el ojo, y le pregunta: "¿Y cómo terminaste con esa pierna de palo?". El pirata le responde: "Estábamos en una tormenta y una ola me tiró al mar, caí entre un montón de tiburones. Mientras mis amigos me agarraban para subirme, un tiburón me arrancó la pierna de un mordisco".

"!Guau! -replicó el marinero- ¿Y qué te pasó en la mano, por qué tienes ese gancho?".

"Bien... -respondió el pirata- estábamos abordando un barco enemigo, y mientras luchábamos con los otros marineros y las espadas, un enemigo me cortó la mano". "¡Increíble! -dijo el marinero- ¿Y qué te paso en el ojo?".

"Fue por una paloma que iba pasando y me cayó excremento en el ojo".

"¿Perdiste el ojo por un excremento de paloma?", replicó el marinero.

"Bueno... -dijo el pirata- ... era mi primer día con el gancho".

Bueno, algo parecido pasa con el silencio. Estamos como el pirata, desentrenados en las buenas costumbres, y quizás estemos fastidiando a otros. El silencio es el primer paso para la higiene de la conciencia... y nosotros no terminamos de acostumbrarnos a dejar el escándalo.

 

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