Esto provocó el descontento de los moradores, quienes, solidarios con Sugey, procedieron a cerrar la calle principal por más de media hora, mientras adentro todas las pertenencias de la afectada eran sacadas bajo la custodia de unidades de la Policía.

El corregidor Nelson Herbert dejó claro que no estaba de acuerdo con esto, pero que debía ejecutar la acción, debido a que "durante la administración pasada el supuesto dueño, Hermenegildo Prado, cumplió con todos los trámites para el desalojo por intruso".

Sostuvo Herbert que "él (Prado) realquiló y luego solicitó que se diera el lanzamiento, pero nosotros vamos a hacer un informe de esto".

Durante el cierre de calles, las unidades policiales tiraron gas irritante a los manifestantes y amenazaron con traer a los antidisturbios si no despejaban un paño de la vía.

Luego, el representante de José Domingo Espinar, Norman Degracia, calmó los ánimos cuando informó que Asesoría Legal del Banco Hipotecario Nacional había enviado un fax donde suspendía la acción de desalojo. Como si fuese una comedia, las pertenencias de Murillo regresaron a su lugar. El microondas de Sugey se calló y quedó inservible.