Durante el verano, es común ver a las personas con sus bronceados y quemaduras por la excesiva exposición al sol.
Si el bronceador se colocó de manera correcta, la piel lucirá un color parejo, sin zonas más oscuras ni más claras, sin resecamiento ni líneas semiclaras.
Pero, entonces, habrá que cuidar la piel para mantener ese color y devolver poco a poco la tersura cutánea sin perder el bronceado. Esa tersura se ve empobrecida siempre, porque el cutis se defiende del ataque del sol, engrosándose.
El bronceado se mantendrá más tiempo si se le da elasticidad e hidratación a la piel, y si en su cuidado no se incluyen cremas demasiado grasas.
Para todo tipo de cutis el tratamiento será el siguiente:
POR LA MAÑANA
Aplicar una emulsión de limpieza no detersiva. Retirarla con una loción hidratante no alcohólica. Colocar una emulsión humectante, preferentemente de zanahorias.
POR LA NOCHE
Repetir la limpieza con la misma crema. Retirarla con un algodón humedecido en agua. Aplicar crema nutritiva hidratante, no grasa.
UNA VEZ POR SEMANA
Aplicar una máscara durante veinte minutos y luego extender sobre la piel una capa abundante de crema hidratante-nutritiva. Un mes después del veraneo, es conveniente recurrir a los bronceadores sin sol, que mantendrán el bronceado durante el invierno.
¿Qué hacer si la piel está manchada, gruesa, avejentada, con líneas blancas en los ojos, zonas rojas en la nariz y hombros de dos colores?
Con el daño ya hecho, sólo resta tomar medidas para restablecer la normalidad. Esto se logra con un tratamiento de ataque hidrofílico, despigmentador y nutritivo y, naturalmente, con la ayuda de un profesional. Para evitar estos contratiempos, lo ideal es seguir paso a paso los consejos dados.
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