El techo de sus viviendas fue completamente destruido. La brisa arrancó, no solo los árboles en muchas de las comunidades indígenas, sino que no tienen techo en sus humildes casas que son construidas de zinc, palma y paja.

Gregorio Montezuma, residente de Hato Chamí, está preocupado porque ahora no tiene donde dormir y no les queda otro camino que quedarse a la intemperie hasta que el mal tiempo pase.

Solo en este lugar han contabilizado más de 50 familias afectadas y se desconoce cuál es la condición de los pueblos vecinos.

Por su parte, Manuel Santos, dijo que aún no han visto a ningún funcionario de las entidades de seguridad inspeccionando el área, pues destacan que la situación es difícil.

Lourdes García, maestra del Centro Básico de Hato Chamí, está impresionada porque al llegar a la comunidad observó que las casas no tienen techo y otras ya no existen.

Expresó que los niños los han encontrado comiendo debajo de los árboles, porque no tienen donde ir.

Ellos solicitan ayuda de las autoridades ante la situación que están enfrentando.

A LA INTEMPERIE
Sin techo que los abrigue. Tampoco tienen dónde cocinar y lo hacen en el suelo. La desolación se apoderó del lugar.

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