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  lunes 9 de febrero de 2009 enviar por email versión para imprimir

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Yape: entre inseguridad y limitaciones
Las casas de la comunidad son de madera, zinc y pencas. (Foto: Erick Marciscano / EPASA)

Carolina Sánchez P. | DIAaDIA

Parecen que viven en otro planeta. El corregimiento de Yape, en la provincia de Darién, es una de las tantas comunidades donde sus habitantes se quejan de problemas como la falta de un puesto de salud, agua potable y poca seguridad.

Para llegar a Yape se debe tomar una piragua en Yaviza, que navega por los ríos Chucunaque y Tuira. Para complicar el trayecto, la carretera desde la ciudad capital a Yaviza no está en las mejores condiciones.

Pero no por estar lejos y con caminos de penetración poco accesibles merecen vivir sin los servicios básicos.

PERJUDICADOS
Juana Ríos Córdoba, residente de Yape, es una de las tantas personas que lucha por ver prosperar su comunidad. Hace tres años, los moradores, en conjunto con una organización, construyeron la infraestructura para lo que sería un puesto de salud; sin embargo, nunca funcionó para el fin creado. Aunque equiparon el local, jamás nombraron el personal de salud para que lo administrara y atendiera a la población.

De acuerdo con los residentes, en las estructuras se instaló, hace un año, el Vicariato Apostólico de Darién y una biblioteca pública, por lo que las esperanzas de que funcione como puesto de salud se han disipado.

Cerca de Yape está la comunidad de Puente y entre ambas albergan a unas 600 personas que necesitan asistencia médica, pero deben viajar a Unión Chocó para poder que los atienda un médico o una enfermera.

PERIPECIAS
Córdoba aseguró que cuando se dan casos de emergencia, las personas tienen que alquilar un motor en B/.20.00, más la piragua (precio varía según el tamaño). La más barata está en B/.5.00, y comprar ocho galones de gasolina que salen en unos B/.16.00 para llegar hasta donde está un doctor que atienda al enfermo. "Ese dinero es una cantidad alta, porque la mayoría de las personas depende de la agricultura; es decir, de los productos que venden", expresó.

En ciertas ocasiones las personas acuden a Unión Chocó y al llegar resulta que los galenos están de vacaciones y deben recurrir a comunidades como Boca de Cupe y El Real.

Ellos piden, por lo mínimo, una auxiliar para que atienda a las personas cuando tienen padecimientos de diarrea, vómitos, picados de culebra, cortadas graves y emergencias con mujeres embarazadas.

Los moradores destacan que se hace urgente el puesto de salud, porque es peligroso tener que estar viajando a Unión Chocó. Y es que cuando llega la estación lluviosa el río Tuira se crece y se corre el riesgo de que las personas caigan al agua y no tienen salvavidas ni para los niños. Durante la estación seca, el río es tranquilo, pero esa es la estación más corta.

SU EXPERIENCIA
Juana Arroyo manifestó que hace siete años su padre se hizo una herida en la mano y casi muere desangrado, porque no tenían como transportarlo. "Esa vez fuimos hasta Panamá y mi papá estuvo incapacitado por casi dos años. Ahora, él no puede mover muy bien sus dedos, porque están tiesos.

Recordó que en hace días un señor de la comunidad de Puente se cortó la mano con una motosierra y es posible que pierda la mano por la demora en recibir atención. Lo tuvieron que llevar a Boca de Cupe y trasladarlo hacia la capital.

NO TIENEN AGUA EN SUS CASAS
Amílcar Arroyo, un líder comunitario, afirmó que la gente se siente olvidada por el Gobierno, porque hay necesidades de salud, suministro de agua potable y hasta la señal telefónica no es buena.

Hace años la comunidad recibió la donación de una planta de agua con la que abastecían a los moradores. El agua era del río, pero por no recibir el mantenimiento adecuado por falta de recursos, se dañó.

El suministro del agua funcionó por dos años y era por gravedad, por tuberías que llegaban a la casa. Eso se hacía en dos horas y se abastecía a cuatro comunidades: Unión Chocó, Puente, Yape y Vista Alegre.

Ahora, los tanques de almacenamiento de agua están vacíos, son de adorno.

Amílcar expresó que era un proyecto que estaba valorado en B/.250 mil. Como la planta está dañada, necesitan una válvula para que pueda funcionar y llenar los tanques de reserva para que la comunidad tenga agua del río Yape.

Aunque tienen una planta purificadora que funciona, es necesario que la comunidad pague una cuota para comprar el diésel.

SEGURIDAD CERO
A medida que cae la noche la comunidad de Yape queda como en una isla. La seguridad no es buena, pero ellos están acostumbrados a que los guerrilleros lleguen al lugar y tomen a su antojo lo que deseen.

Desde el 2007, la comunidad fue declarada zona roja y las unidades de la Policía prohíben que las personas hagan travesías por el río Tuira después de las 7: 00 p.m.

A juicio de Juana Ríos Córdoba, la medida era para prevenir que secuestraran a alguien, pero a la vez se convertía en un obstáculo para las personas enfermas.

Sin embargo, se observó que en las garitas de seguridad de Yaviza, Pinogana y Vista Alegre las unidades de fronteras exigían a los motoristas el listado de las personas a bordo, cédula y fecha de nacimiento. Además, registro de la carga, quizás para evitar intercambios ilegales.

Caída la noche en Yape las personas suelen relajarse en los patios de la casa. Las mujeres adentro viendo TV Caracol (canal colombiano), mientras los hombres ponen mesas y sillas para jugar partidos de dominó. De fondo, música de vallenata y porros.

Desde que son las 9: 00 p.m., la estrecha calle va quedando vacía y para las 11: 00 p.m. sólo los adultos permanecen por allí. En ese trayecto no se ve ni un Policía y el pueblo queda como la mayoría de las noches: al acecho.

EXPERIENCIA
En 1992 ocurre una incursión de paramilitares; en 1998, el intercambio de armas por droga al detectarse un barco europeo con armas; en el 2003, la invasión más sangrienta de insurgentes, en donde murieron cuatro indígenas en la comunidad de Púcuru y Paya; en el 2006, en Jaqué, secuestraron al médico español José Vicente Calastra y a su hijo; y en diciembre de 2008, se registraron enfrentamientos entre policías fronterizos y miembros del Frente 58, lo que dejó a un guerrillero herido. La comunidad de Yape se enfrenta a serios desafíos que afectan el crecimiento del área y el desarrollo de las personas. Pero están dispuestos a salir adelante.

EXIGENCIAS
Los moradores han manifestado su petición a las autoridades del Ministerio de Salud, pero la respuesta que recibieron fue que no pueden construir un centro de salud, porque no existe la cantidad de personas que amerita el proyecto. Mientras tanto, acuden al hierbero de la comunidad.





 
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