Ser javeriano tiene mucho que ver con soñar. Con soñar y con hacer realidad esos sueños. Durante toda la secundaria, muchachos del Colegio Javier esperan con ansias el verano de su último año de estudios, porque en ese momento los sacerdotes jesuitas los llevan a los campos, para que de la mano de los más pobres entre los pobres vivan la vida real.
Es una experiencia de mucha intensidad, cuando se deja atrás al niño o la niña y se empieza a ser adulto.
MILAGRO EN LA MONTAÑA
Santa Fe, tierra verde y mártir, fue escogida por los javerianos este año para llevar su testimonio de solidaridad. Durante un mes, más de ciento cuarenta javerianos, todos graduandos, le cumplieron los anhelos a nueve comunidades campesinas.
Allá, los muchachos se encargaron de labores nada usuales para ellos: servir de maestros y maestras de escuela, cocineros y cocineras, y aprendieron el difícil arte de la albañilería.
Además, en su tiempo libre debían lavar la ropa que se ensució en la semana. Para muchos de ellos fueron momentos duros, momentos para crecer, alejados de sus rutinas de niños.
UN TEMPLO PARA LA VIRGEN
Una de las comunidades escogidas para esta hermosa labor de formación humana y espiritual fue Los Bajos. Allá, hace muchos años Roberto Toribio y su mujer, Maura Sánchez, regalaron un globo de terreno a la iglesia católica, con la esperanza de que allí se construyera un templo. Pasó el tiempo y el casa de Dios no se hacía.
Un día, a principios de este febrero, aparecieron los curas jesuitas por el pueblo con una noticia: diecisiete muchachitos llegarían para trabajar con la gente y levantarían el templo. Lo hicieron en tiempo récord, jugando y riéndose. Viviendo un sueño.
Se hizo un relleno gigantesco y sobre él se construyó la iglesia. "Un sueño hecho realidad", dijeron en Los Bajos.
Roberto Toribio regaló el terreno y estaba feliz por haber participado en la primera misa. El padre Héctor Quirós ofició la primera eucaristía con la que se inauguró el templo, dedicado a Santa María La Antigua.
GRADUANDOS
Los 140 muchachos que laboraron en el Servicio Social, ahora sueñan con terminar el bachillerato.
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