Una joven tomó clases de ballet toda su infancia, y llegó el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su afición en profesión.
Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias. Cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, habló con el director.
- Quisiera ser una gran bailarina, le dijo, pero no sé si tengo el talento necesario.
- Dame una demostración, le dijo el maestro. Transcurridos apenas 5 minutos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
- No, no tiene usted condiciones.
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en un armario y no volvió a calzarlas. Tuvo hijos, y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.
Años después, asistió a una función de ballet, y a la salida se topó con el octogenario director. Ella le recordó la charla de años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, luego agregó: ¿Cómo pudo saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?
- Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mí. Le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.
Ella exclamó: ¡arruinó mi vida!
- No lo creo, dijo él. Si hubiera tenido las dotes necesarias, usted no habría prestado ninguna atención a lo que yo dije.
Para lograr tus sueños, no te detengas ante el primer obstáculo. El único límite es el que tú mismo te impones.
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