Resulta que un cavernícola, con su puntal, marcaba un dibujo rupestre sobre una inmensa roca... "toc toc toc toc"; pero al pasar las horas, sentía cómo el sol le estaba quemando su espalda. Sin vacilar le pidió a Dios ser "El Hombre Sol". Pero Dios trató de hacerle entender que el sólo hecho de ser hombre, ya era superior a todas las cosas sobre la faz de la tierra.

Pero éste insistió y Dios le concedió ese deseo. Fue el Hombre Sol, alumbrando y quemando las espaldas de todos sus amigos, se sentía poderoso y superior. Un día vino una negra nube y lo tapó. Como la nube fue más poderosa, le pidió a Dios ser el Hombre Nube y le fue concedido, hasta que un fuerte viento lo deshizo.

Terco este hombre, le pidió a Dios ser el Hombre Viento... y fue el hombre viento, soplando y arrasando lugares se encontró con una inmensa montaña y chocó.

El ambicioso cavernícola, insistiendo en ser superior, notó que la roca era más que el viento y le pidió a Dios ser el Hombre Roca. En todas las peticiones, el Señor le decía "Guardad humildad y florecerán tus deseos más profundos".

Insistiendo fue el "Hombre Roca", hasta que sintió en su espalda... "toc... toc... toc... toc..." era otro hombre que lo deshacía con un puntal. Y ahora lo que hubiera pretendido es ser simplemente un hombre y ver que lo que Dios nos ha puesto en circunstancias de la vida, es suficiente para ser superior y poderoso ante nuestras voluntades.