Cuando ya estaba todo listo, su jefe le dijo que tomara todas sus medidas porque él mismo lo manejaría, "porque si algo le pasa al carro, tú pagas", dijo entre risas a DIAaDIA que lo buscó durante varios días para entrevistarlo.

Cuando llegó el gran día, los nervios no se hicieron esperar, pero había algo que el señor Cándido tenía muy presente en su mente y es que no podía irse sin recibir la bendición de Juan Pablo II.

El recorrido empezó en Albrook, donde lo transportaron en el "papamóvil" hasta la entrada del Estadio Revolución, donde lo esperaba el otro vehículo que conduciría Barreno (el "papamóvil" era muy grande y no pasaba). Luego de darle la vuelta al estadio, lo dejó en la tarima y esperó pacientemente que se acabara la ceremonia hasta que lo llevó al helicóptero que lo llevaría hasta la Presidencia de la República.

En ese momento, sin pensarlo dos veces, Barreno esperó que el Papa se bajara del auto y lo abrazó, fue allí cuando recibió la anhelada bendición e incluso recibió del Pontífice un rosario que, lastimosamente, ya no conserva, "pero la bendición siempre la he mantenido".

Admitió que tanta ha sido la influencia del Papa en su vida que, actualmente, está en el último año de la carrera de Teología para el diaconado permanente. Él trabaja en la pastoral de su parroquia Inmaculada Concepción de La Chorrera, además colabora en la Iglesia Virgen de Guadalupe y hasta en Playa Leona.

Barreno exhortó a las personas a que se animen a transmitir la fe católica a su familia y, sobre todo, que la practiquen y seguir el ejemplo de Juan Pablo II que hoy obtendrá la beatificación. "Yo siempre le he pedido que interceda por mí en este caminar, porque sé que realmente intercede por los que creen que Jesucristo está resucitado".