Pánico y terror en el ambiente. Eso fue lo que se vivió ayer en el Segundo Tribunal Superior de Justicia, en el tercer día de audiencia por el juicio a Marco Antonio Manjarrez Davis, de 35 años.
Siendo las 9:55 a.m., el perito forense, Erick Aguirre, explicó ante el interrogatorio del fiscal Dimas Guevara, que el impacto en la espalda con la bala de goma que le dieron dentro de La Joyita, no representó peligro a la vida del asesino confeso.
Mientras se hablaba del tema, Manjarrez no prestaba atención y miraba lejos. De pronto, levantó sus manos esposadas sobre su cabeza, jaló su abrigo y suéter, llevándolos hasta sus muñecas, se levantó y mostró su espalda a los abogados querellantes, diciendo en voz alta: "¿Esto les parece bien?, díganme". A los abogados y al jurado de conciencia, se le querían salir los ojos. El guardia que lo custodiaba se quedó frío, sin saber qué hacer; no se movió de donde estaba y el público quedó hipnotizado.
El magistrado Wilfredo Sáenz le llamaba: "Marco, Marco", sin que éste lo atendiera. Igual llamado hacía el abogado defensor Rafael Rodríguez, quien fue el que se lo llevó, pidiendo permiso. Luego de esto, se decretó un receso hasta las 10:30 a.m. Rodríguez hizo un escándalo, porque no lo dejaron mostrar las heridas de Manjarrez nuevamente.
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