Arreglando las piñas y limpiando sandías fue como se encontró a la señora Tomasa de Rivera, una vendedora de frutas.
La señora Tomasa es oriunda de Herrera, específicamente de Ocú, tierra de la cual se siente orgullosa y que, aunque no viva allá, nunca olvidará. Actualmente, despacha frutas al lado de la parada de la Gran Estación en San Miguelito, trabajo que realiza desde hace 7 años. Para ella, este es su negocio, que aunque a algunos les parezca pequeño, para ella es un gran logro. El camino que tuvo que recorrer Tomasa fue duro, y muy emotiva lo contó a DIAaDIA.
UNA DURA INFANCIA
Esta vendedora de vocación sólo llegó hasta tercer grado de la escuela. Explicó que tuvo que dejar los estudios porque no había plata. "Éramos 10 hermanos y la situación estaba dura", manifestó. Luego de dejar el colegio, Tomasa comenzó a trabajar, primero ayudaba a su madre en la casa con los oficios, hasta que a los 10 años empezó a trabajar en casa de familia.
Recordó que trapeaba y barría, y los dueños de la casa sólo le daban arroz con huevo porque "las empleadas no podíamos comer carne". Pese a estas dificultades que hoy recuerda muy sonreída, ella nunca se sintió menos, pues para ella era un trabajo honrado.
AÑOS DE MALTRATO
A sus 17 años, Tomasa tuvo su primera hija, por lo que tuvo que dejar de laborar y se unió a un hombre que le hizo los años aún más duros de los que había vivido, ya que no le daba buena vida.
Un día decidió independizarse y logró conseguir un trabajo como mesera en un restaurante chino, casualmente en la Gran Estación. De 10: 00 p.m. a 6: 00 a.m. fue su horario de trabajo por tres años, de esta manera reunió dinero y consiguió su casa en San Isidro.
NACIO LA IDEA
Después de trabajar en el restaurante, Tomasa ingresó a un supermercado de la localidad, en donde trabajaba de 7: 00 a.m. a 8: 00 p.m. Confesó que el cansancio después de la jornada era tanto que, cuando llegaba a la casa, se acostaba sin cenar. En este mercado, laboró en el Departamento de frutas, y de aquí es que le nace la idea de iniciar el negocio que tiene hoy.
DE MUCHA FE
Su pequeña comercio empezó con una carpa y, gracias al esfuerzo y a la ayuda de su actual esposo, hoy día tiene un puesto con mejores condiciones. Su fe en Dios es la que la hace levantarse a las 5: 00 a.m. para ir al Mercado de Abastos y comprar las frutas del día. Para el futuro, desea vender también tomates, lechuga y pepino.
FAMILIA
Tomasa tiene 30 años de casada, al cual adora, y tiene ocho hijos. |