Quiere ser doméstica. A esto es lo que aspira Neila Ortega, de 15 años, quien vive sumida en la pobreza en la comunidad de Aguas Blancas, sector Washington, Penonomé.
Por falta de recursos económicos solo pudo llegar hasta sexto grado, pero su mayor anhelo es poder terminar algún día sus estudios; sin embargo, es consciente de que esa posibilidad está lejana.
En la pequeña casa de quincha con piso de tierra, la joven pasa el día junto a su madre Aida Rodríguez, de 53 años, tratando de ganarse unos reales vendiendo mafás.
Las camas son hechas de cañazillas con un pedazo de cartón que hace las veces de colchón.
El techo tiene tantos huecos que cuando llueve todo se moja en la humilde casita.
Como toda niña de su edad, el mayor sueño es poder tener una fiesta de quinceaños. Este sueño se lo hará realidad la Fundación Niños Felices, que lamentablemente no cuenta con los fondos necesarios para cumplir el sueño de las 22 niñas humildes a las que apoyan.
A pesar de su pobreza esta joven no desmaya y sueña con bailar el vals muy pronto.
MAFAS
Neila y su familia viven de la venta de mafás. Su papá Rogelio los vende en el centro de Penonomé.
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