La fe mueve montañas. A partir de esta realidad, muchos panameños logran sus metas.
Luis Antonio Mina es un digno ejemplo de grandeza, y es que estar privado de la libertad lo hizo reflexionar y sacar a su familia adelante.
"Estuve en malos pasos, pero con creatividad logré emprender y engrandecer al lado de mi esposa, Dilsa Achs, nuestro puesto de venta "La Fe", que hoy tiene seis años en San Antonio de Tocumen, al lado del Centro de Salud, frente a la escuela primaria", dijo.
"El punto inicial lo puso mi esposa, quien invirtió 65 centavos en mangos y empezó a vender ensaladitas a los estudiantes, dinero que ahorró para sacarme de la cárcel. Cuando salí, empezamos el negocio de buhonería y luego le agregamos frutas y verduras, donde nuestros pequeños clientes son los niños. No fue fácil salir adelante, pero con creatividad y poca plata se logran las cosas. Cuando los niños están de vacaciones me dedico al fogón; es decir, a vender carne en palito y chorizo", agregó.
Su puesto es un "todo a cuara" y se ha convertido en el lugar preferido de los casi 2 mil escolares que destinan parte de su mesada para comprar algunos artículos.
Destacó que los puestos de frutas y verduras en estas áreas no son tan prósperos, porque los carros que vienen vendiendo frutas y las tiendas de chinos los acaban.
Su sueño es poner una refresquería para ofrecer otros productos.
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La piña y papaya fría son las preferidas de los niños, al igual que los carritos y calcomanías, por lo que nunca faltan en el puesto.
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