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  jueves 24 de mayo de 2007 enviar por email versión para imprimir

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La lucha de Cata
Ella se pone cartuchos plásticos en las piernas infectadas. Para denuncias de casos como éstos, llame al 500-5810 y al 147 (MIDES). (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)

Denise Lara | DIAaDIA

Cata es una mujer de 83 años, con un entusiasmo y orgullo inigualable. Sus raíces jamaiquinas son el inicio de una vida de historias fantásticas por contar, pero las úlceras que tiene en sus piernas y el estado de abandono en el que se encuentra, están acabando con su vida. Cata, separada, sin hijos, vive sola a pesar de su edad y condición. Los vecinos son sus únicos acompañantes ocasionales y quienes se encargan de alimentarla y limpiarla.

Las piernas y pies de Cata están casi al doble de su tamaño. Las heridas están tan graves e infectadas, que le supura pus por ambas piernas, por lo que de ellas emana mal olor. Según Larry, uno de sus vecinos, en una de las últimas limpiezas que le hicieron, encontraron gusanos en las llagas.

El problema de las úlceras surge a raíz de su mala circulación. Regularmente, Cata se atendía en el programa de curación y heridas de la Policlínica Pediátrica Manuel Ferrer Valdez, pero dejó de asistir puntualmente a sus citas y no seguía el régimen de limpieza y curación, por lo que empeoró.

Así como Cata no podía cuidar su salud, menos hacer los quehaceres domésticos. Uno de sus vecinos comenzó a prepararle la comida, pero la suciedad, las moscas y las cucarachas han invadido su casa, que se encuentra justo al lado de uno de los pasillos del Edificio San Ramón de Calidonia. El mal olor no se aguanta y muchos vecinos evitan pasar por allí.

Larry, preocupado por la salud de su vecina Cata, llamó a nuestra redacción para que publicáramos su situación. Cata nos atendió, pero se negaba a aceptar que necesitaba ayuda. Consultamos con la Dirección del Adulto Mayor del Ministerio de Desarrollo Social e inmeditamente, atendieron el caso. Junto con uno de los encargados de esa dirección y una trabajadora social, llegamos nuevamente, hasta donde Cata. Era evidente, la señora no podía estar sola, pero primero necesitaba atención médica de inmediato.

Como Cata se atendía en la Policlínica Pediátrica Manuel Ferrer Valdez, Olga de Selles, la trabajadora social a cargo, decidió visitar el mismo centro para que fuera atendida allí, aprovechando que ya conocían el caso. Samantha, una de sus vecinas, nos acompañó. Selles se dirigió a la dirección médica pidiendo hablar con el director, pero la secretaria informó que éste estaba en una reunión y que no podía ser interrumpido.

MALDITA BUROCRACIA
Aunque queríamos conocer las opciones de ayuda que había para la señora, quienes nos atendieron se encargaron de decirnos primero las razones por las que, posiblemente, no recibiría la ayuda. Entre ellas, que Cata no calificaba para el Servicio de Asistencia Domiciliaria Integral, ya que no contaba con un familiar que se hiciera responsable; además de que si vivía en área roja, era imposible enviar personal al sector. Asimismo, que no podían facilitar una ambulancia, ya que era para casos de urgencia y no casos crónicos como el de Cata; que si la llevábamos para que recibiera atención médica ésta no iba a poder ser hospitalizada, porque posiblemente, no iba a haber camilla para ella e insistían en que algún familiar debía quedarse... en fin, ninguna solución. Lo triste es que tenían razón, pero nos parecía imposible que nada se pudiera hacer por Cata.

Luego de mucho insistir, el director del Cuarto de Urgencias dispuso de la ambulancia y prometió que la atenderían, siempre que la lleváramos y alguien se quedara con ella. Cuando regresamos al hospital con la señora, el personal que estaba desconocía la orden. Finalmente, se nos explicó que allí no la podían atender, pues la sala de curaciones ya había cerrado y era un peligro atenderla en el cuarto de urgencias, pues estaba muy contaminada. Incluso, se nos hizo salir de la sala.

Afortunadamente, la presión hizo lo que la compasión no pudo. Minutos más tarde, autoridades del centro salieron a informarnos que la señora iba a ser trasladada al Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid, donde finalmente, fue atendida y hospitalizada.

Luego de que se estabilice su condición, Cata será transferida por el MIDES a un hogar para adultos mayores.

BUROCRACIA
Luego de una larga espera, la señora Cata fue hospitalizada en la CSS, el pasado jueves, donde permanece.

 
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