Ya no son las canas las que nos señalan que la edad madura llegó para quedarse. Ahora son los Blackberry.
Sí, no se rían que es en serio.
Mis hijos y mis colegas más jóvenes escriben tratados desde sus celulares. En otras palabras, no importa cuán largo sea el texto que quieran enviar, lo escriben en un siantiamén usando sólo los dedos pulgares. Yo no logro encontrar las letras sino hasta después de haber estudiado al aparatito.
Para colmo, la G está al lado del 6 y mis ojos, invariablemente, confunden una tecla con la otra.
Yo me jacto de escribir rápido en la computadora, para eso uso el teclado guía, aquel que quedó en el olvido desde que no se dictan clases de mecanografía.
Qué lejos quedaron aquellos tiempos en que las profesoras de esa materia tapaban las letras de las "Olimpia" y de las "Underwood" para que nosotros, sus estudiantes, aprendiéramos a encontrar la tecla correspondiente sin verla.
Recuerdo que hacían concursos de rapidez.
Bueno, ahora podrían hacer esos mismos concursos con los dichosos Blackberrys (Bebés, como cariñosamente los llaman).
Por muy largas que tengan las uñas y por muy cabezones que sean los dedos de los chicos, escriben sin equivocarse esa jeringonsa que usan ahora y que sólo ellos entienden.
Yo no logro descifrar qué letra reemplaza el signo de libra esterlina y mucho menos los muñequitos que utilizan.
¿Se dan cuenta del porqué digo que ya no son las canas las que nos hacen viejos? ¡Es la tecnología!
|