Son muy territoriales. (Foto: Miguel Cavalli y Didier Gil / EPASA)
Didier Hernán Gil
| DIAaDIA
Está preocupado, pero esa inquietud es compartida con una gran cantidad de panameños. Y es que a simple vista, la presencia de los changos (Quiscalus mexicanus) pareciera ser normal en la capital, sin embargo, su comportamiento agresivo y su proliferación está causando mucha zozobra.
Eso es lo que ha notado el ingeniero industrial, Alfredo Broce, quien a lo largo de 15 años, se ha dedicado a observar el comportamiento de esta ave en su casa en Diablo, Ancón. En este lapso, ha recabado gran cantidad de datos interesantes y que fueron corroborados con expertos en este tema.
AMENAZA ECOLOGICA
Broce deduce que los changos representan una amenaza para otras especies de aves que son desplazadas y en algunos casos, exterminadas debido al ataque masivo que protagonizan.
"He observado cómo los changos han matado tortolitas, chorotecas, azulejos, búhos y tucanes en vuelo. Otras de sus víctimas son pequeñas ardillas, gatos e iguanas. Parecen una plaga para esas especies", mencionó.
CASI SIN DATOS
Aunque hay una escasa literatura sobre estas aves, el ingeniero industrial guarda entre sus anotaciones que es un ave urbana, que no habita en las selvas; viven en grandes colonias que protegen sus crías de cualquier otro ser viviente que se aproxime a sus nidos. Y mientras el resto de las aves forman parejas para defender sus nidos, los changos atacan en bandadas hasta romper los huevos o matar a los pichones.
De acuerdo con Broce, una especie que ha sufrido el exterminio es la oropéndola, que es un ave de plumaje amarillo que construye su nido colgando de ramas de árboles a gran altura y en forma de bolsa cerrada. Afirmó que hoy día se pueden contar los nidos de oropéndola.
SU APARICION
Reportes del Departamento de Áreas Protegidas de la Región Metropolitana de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) indican que en 1980, no había changos en Chiriquí, Bocas del Toro, Coiba ni en el archipiélago de Las Perlas. Sin embargo, hace cuatro meses, en la isla Viveros, frente a la isla de San Miguel, han notado la presencia de changos y talingos. En regiones donde hace 25 años no había, hoy día el chango está presente.
Marcos Zalabarría, ingeniero forestal y encargado de las áreas protegidas de ANAM, confirmó lo anterior y añadió que ésta es un ave agresiva, territorial y que su comportamiento obedece a la búsqueda de su alimentación, puesto que ya su hábitat ha sido invadido por la actividad humana.
"Es la única ave que come ave y se reproduce con mucha facilidad. Es una plaga", destacó.
FUERA DE CONTROL
Al ser preguntado sobre la existencia de un mecanismo de control de reproducción, el funcionario dijo desconocerlo. No obstante, comentó que en Las Albinas (Azuero) los dueños de las camaroneras lo que hacen es colocar un mortero y lo programan para que cada media hora salga un estallido, mientras le colocan comida (larvas) a los camarones. Es la única forma de dispersarlos, dijo.
Zalabarría expresó que un método de control pudiera ser la esterilización de hembras y machos y volverlos a soltar. "Ellos se van a morir por vejez y así se reduciría su población".
POCOS ESCRIBEN ACERCA DE EL
Aunque el funcionario admitió que en Panamá no hay un estudio específico del chango, reconoce que estas aves son de corta vida. Calculó que tienen unos cinco años de vida.
Apuntó que la proliferación del chango obedece a la mala disposición de la basura, donde prevalecen los desperdicios de comida. También citó el libro "American Orioles and Blackbirds", cuyo contenido está en inglés, donde se refieren a que los changos ingresaron por Suramérica y México.
¿COMO LLEGó A PANAMA?
Se descarta que el chango llegó mediante el vuelo, pero se estima que un grupo de ellos pudo llegar en barco, a su paso por la franja canalera. Zalabarría dijo que la ventaja es que Panamá reúne todas las condiciones climáticas y cualquier animal se reproduce sin problemas.
ES MOTIVO PARA ESCRIBIR
DIAaDIA consultó al Dr. Jorge Ventocilla, asociado de comunicación del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, quien publicó el libro "¿Qué Vuela Ahí?", una guía para las 50 aves comunes de la ciudad de Panamá y alrededores.
Ventocilla aclaró que no ha realizado estudios sobre el chango, pero sí ha reunido y publicado información sobre la especie.
"No tengo una respuesta `científica´ al tema de la agresividad del ave, pero puedo decirle que es una especie `generalista´, se alimenta tanto con granos, frutas, restos de comida, pichones de otras aves, etc. Es muy territorial donde están sus nidos. No vive `en el monte´, sino siempre en asociación con la gente y aprovecha muy bien los espacios urbanos: casi podría decir que mientras más cemento, más talingos".
De acuerdo con Ventocilla, el chango no vino de otro lado, pues considera que es una especie nativa, que se distribuye originalmente, desde México al norte del Perú. Añadió que sabe que hoy en día se le ha reportado hasta Canadá, pero no en las poblaciones que se perciben en Panamá.
"Sobre su control, no se trata sólo de eliminarlo, hay que considerar las condiciones que creamos que le favorecen", explicó.
Sugirió que éste podría ser un buen tema para desarrollar una tesis en la Universidad de Panamá. También recomendó que sería un buen proyecto conjunto entre entidades interesadas en ecología, estudios científicos y ciudadanos que quieren mantener un nivel de calidad de vida para su ciudad.
CHANGOS O TALINGOS
Ventocilla en su artículo ¿Y qué hacemos con los talingos?, explica que hablamos del ave negra que hoy prolifera en las ciudades (la hembra es marrón), y debería llamársele "chango", pero la confusión y el uso se han impuesto.
Dice que el talingo verdadero, o garrapatero, también es negro, pero vive en las afueras y en los campos. Apuntó a que su origen es nativo de Panamá. Afirma que hoy la especie es una plaga, pero en 1957, ya se hablaba de su proliferación. Finaliza diciendo que parece increíble: el talingo, una de las aves urbanas más numerosa y probablemente, la más problemática para la gente, no ha sido estudiada.
Richard Cooke, arqueólogo del Smithsonian, y sus colaboradores que han estudiado el sitio arqueológico Cerro Juan Díaz en la Península de Azuero, reportan abundantes huesos de talingo en sus excavaciones. Allí hubo ocupación humana entre el 200 a.C. y el 1,400 d.C.; y de 150 huesos de paseriformes identificados, el 40 % es de talingos.