Brasil comienza hoy, en la ciudad alemana de Konigstein, la recta de final de su preparación en busca del sexto título mundial de su historia.
La goleada por 4-0 sobre la selección de Nueva Zelanda, cerró el domingo el ciclo de ajustes emprendido por Carlos Alberto Parreira y sus veintitrés elegidos el 21 de mayo en Suiza.
Los de Parreira apabullaron por 8-0 a la selección de Lucerna, y Kaká emergió como el más regular entre la constelación de estrellas.
Ronaldo fue el centro de nuevos debates periodísticos en relación con su peso, y Ronaldinho Gaúcho arrebató corazones de los aficionados, especialmente el de una compatriota que regateó con velocidad y malicia a la seguridad para entrar en la cancha y darle un abrazo sobre la grama.
El conjunto "canarinho" llegó ayer, pasada la medianoche, a Konigstein, una ciudad de 18.000 habitantes a veinte kilómetros de Fráncfort, que ha transformado su vida apacible en una ruidosa fiesta teñida con los colores verde y amarillo.
Los futbolistas se dedicaron ayer al reposo, pocas veces se asomaron a las ventanas de sus habitaciones y no salieron a la calle, frustrando así a centenas de hinchas que se exprimieron entre policías y periodistas para obtener un autógrafo de sus ídolos.
Los favoritos de todos para conquistar la decimoctava edición del Mundial, ocupan un imponente hotel de cinco estrellas inaugurado en 1009 por el emperador Guillermo II.
El albergue, que fuera originalmente residencia de descanso, tiene hoy 105 habitaciones y como marco los exuberantes bosques del Taunus.
PRACTICAS
Desde hoy, los brasileños se entrenarán en doble jornada en una cancha, especialmente adaptada y bautizada para la ocasión como "Zagallo Arena".
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