Danny Calden es un hombre que sí aprendió a pensar lo que quería pensar. Nacido en El Chorrillo y criado en un entorno cultural y familiar que incluía cantar en el coro de la iglesia, declamar los poemas que una tía le facilitaba y hacer títeres en la escuela secundaria. Sin jamás abandonar el "fried chicken y el rice and beans with coconut" dominguero.

Danny es un hombre que decidió ser artista. Él se prometió así mismo: "Sí salgo en los periódicos, es por ser artista y no por delincuente". Y comenzó a incursionar en el canto y terminó matrimoniándose con el teatro, específicamente con el teatro popular. Vale mencionar, como dato curioso, que Calden no hace teatro en su tiempo libre, sino lo hace para vivir.

A ese compromiso con el arte hay que añadir otro. Dice Danny: "Entendí que todos los seres humanos nacemos para ser útiles a los otros seres humanos". Por eso el teatro popular: "Más que para ganar aplausos el teatro popular sirve para transformar la sociedad".

Danny Calden es un afiliado oficioso de la Unión Nacional de Artistas de Panamá, sindicato afiliado a la Central Nacional de Trabajadores de Panamá. Allí su mayor preocupación es la educación. Hay que educar para que los sindicalistas busquen servir y no servirse de las organizaciones.

Pero hay un detalle muy importante que mencionar. Casi confidencial. Dany fue despedido de su trabajo después de la invasión del 89 y ahora le va mejor que cuando trabajaba para el Instituto Nacional de Cultura. ¿Y eso por qué pudo ser así? Porque aprendió a pensar lo que quería pensar, luego a organizarse para concretar lo pensado y a motivarse para seguir pensando.

Por eso, después de un largo caminar, vuelve sus ojos a la juventud, y esta vez para animarles a pensar y a organizarse.