En la piquera de Tocumen impera el lodo. (Foto: Gonzalo Bocanegra y Alexander Santamaría / EPASA)
Didier Hernán Gil
| DIAaDIA
Se siente atado de pies y manos y no le queda de otra. Para Martín Alvarado, salir de la 24 de Diciembre en un "diablo rojo" para ir a su trabajo es una de las cosas más desagradables con que se puede empezar el día. Este trago amargo ya lo aprendió a beber.
Él contó a DIAaDIA que debe levantarse a eso de las 4:00 a.m. para estar antes de las 5:00 a.m. en una fila y llegar a tiempo a su trabajo en la ciudad.
Con más de 30 personas por delante en la fila, que supuestamente son para llevar un control en los usuarios, Martín se desahoga ante el resto de los pasajeros que prefieren callar por el servicio de transporte que reciben. "¿Quién los ordena a ellos?", se cuestiona.
Y no es para menos, pues en la piquera de buses de la 24 de Diciembre no hay casetas de espera ni baños que ofrezca la administración del grupo transportista. Se informó que el usuario que necesite un baño debe usar los del centro comercial o acudir a los restaurantes del área.
A Martín no le gusta cargar paraguas, pero cuando llueve se ve obligado a llevarlo para cubrirse.
"No sé como funciona esto", reiteraba Martín, al expresar su disconformidad mientras veía que se alargaban las filas de pasajeros con destino a la Tumba Muerto, Transístmica o Vía España. Pero a esa hora solo había cinco buses estacionados. Al rato apareció uno a recoger y en menos de seis minutos quedó lleno y llevaba pasajeros hasta de pie. Allí se iba Martín, rogando no encontrarse con un choque, porque su día sería más alterado.
Algunos de los usuarios que aún esperaban dijeron que "de las cinco en adelante es cuando se forma el despelote".
EN TOCUMEN
DIAaDIA continuó visitando las piqueras de la capital y llegó hasta Tocumen. Allí un grupo de usuarios apostados esperaba a ver cuál era el bus que iba a salir. Muy cerca de ellos habían charcos de agua y las huellas de los diablos rojos marcadas en el lodo, que profundizan aquellos baches que adornan el sitio. Ellos también carecen de marquesinas para protegerse de la lluvia o una sala de espera. La seguridad es nula y hasta un indigente se observó en las afueras de la oficina de Propietarios de Transporte Colectivo de Tocumen. A las 4: 15 p.m. no había ninguno de sus dirigentes, solo un grupo de conductores que esperaba su turno y se molestaron por la presencia de la prensa, pero el golpe de los dominó sobre la mesa pareció tener más importancia que el clamor de los usuarios.
LAS MAÑANITAS
Esta parece ser una de las piqueras que a criterio de sus usuarios lucha por ordenar el sector. Al menos, eso es lo que se percibe físicamente, ya que tienen un techo donde meterse si llueve, el piso está aceptable y hay buena cantidad de buses de ruta, así como de Corredor. Se observó que el flujo de pasajeros es ligero, tienen fondas y salas de bellezas. No obstante, se conoció que la piquera está ubicada fuera del centro del corregimiento, en Belén, por lo que los usuarios tienen la desventaja que deben hacer trasbordo en una chivita interna. En tanto, el que espera "un diablo rojo" en la entrada de Las Mañanitas corre la suerte de no encontrar puesto.
Aquí todo es corredera como en un aeropuerto internacional. Las personas bajan de una chivita, ni se fijan para cruzar la calle, pues la masa es la que manda y todos se lanzan a ver quién ingresa primero al bus. Se observó que estudiantes y profesionales de enfermería ingresan ayudadas por caballeros para entrar por la puerta trasera del bus.
"Parecen pirañas", se queja una joven que se quedó por fuera del bus y suspiraba llena de ira, pues corrió por gusto.
En esa misma ruta se observó que hay conductores cuyos vehículos llegan vacíos a la entrada de la barriada Los Nogales para prestar el servicio.
EN PEDREGAL
La condición es similar. No hay una caseta o sala de espera. En la entrada de la piquera un tremendo hueco lleno de agua divide a los buses que van por las rutas tradicionales o de Corredor. Al menos se notó la presencia policial. A falta de espacio, los pasajeros utilizan una acera para formar la cola.
DON BOSCO
Aquí la primera disconformidad denunciada por los usuarios es que deben formar la fila, pero hay buses que salen vacíos para empezar su ruta más adelante. Al menos tienen una pequeña marquesina.
EL MISMO PANORAMA
Al llegar a Mano de Piedra, Santa Librada y Torrijos Carter y Veranillo, en San Miguelito, el panorama no era muy alentador. Se encuentra la misma lluvia de quejas y se percibe la indiferencia de las organizaciones transportistas.
DIAaDIA consultó a la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre, para ver quién regulaba estas piqueras, y sus voceros informaron que son concesiones privadas y tienen establecidos sus propios estatutos, por lo tanto, la piquera ideal para la capital no existe. También se trató de conocer la versión de los transportistas Rosa Pérez y Dionel Broce, pero no hubo resultados.
PARA CUESTIONARSE
De acuerdo con los usuarios, si los transportistas no se preocupan por mejorar las condiciones de los autobuses, menos lo van a hacer en las piquera. Sin embargo, alegan que ahora, con la propuesta del Transmóvil, quieren cambiar algunas cosas y hasta hacerse los más sufridos.