Oriundo de La Villa de Los Santos, Jorge Ruiz Melgar, de 54 años, hace cuatro décadas comenzó a empedrar el camino hacia el éxito.
Sabía que quería ser pintor. Lo supo desde los trece años, desde que su abuela Estefanía Bermúdez (casada con Cornelio Ruiz, pintor de brocha gorda), pintaba y restauraba las coronas de los muertos.
"Eran de metal. Venían de China y las flores eran de arcilla. Se acostumbraba reconstruirlas y pintarlas de nuevo cuando se deterioraban. Mi abuela me enseñó cómo pintar las hojas y luego las soldábamos", rememoró.
Tiene en su haber 50 exposiciones colectivas y 12 individuales. Ha exhibido en Panamá, Costa Rica, México, Guatemala y El Salvador.
Catorce cuadros surrealistas suyos se exponen en la muestra "Resurgimiento", en el Hotel Crowne Plaza Panamá hasta el 5 de julio.
Se considera un tipo muy sano, preocupado por la educación de sus hijos y la falta de cultura de que hace gala mucha gente en su terruño.
Según el artista, el culpable de que las cosas anden mal es el endeble sistema educativo panameño.
Le gustaría que la juventud tuviera más oportunidad de apreciar las cosas buenas del arte: sea música, pintura, literatura, teatro...
Cinco veces padre, está orgulloso de su prole: Normis (32 años, ambientalista, Licda. en Recursos Forestales), Jorge (29 años, trabaja para la Marina de EE.UU.), Jorshua Josué (20 años, está estudiando Medicina en Cuba), Quetzaliris Loreila y Jorge Yusuuisaacs (14 años). Cuando ve que escribimos nuestros garabatos rápido, pero a la hora de anotar los nombres de las hijas lo hacemos lentamente, lo que es más, le pedimos que nos los deletree, él nos dice riéndose que son de novias que él tuvo.
DE GUSTOS Y ASPIRACIONES
Su arte es abstracto y figurativo. Explica que antes pintaba surrealismo. Pintó cubismo y en la búsqueda halló que, lo que más le gusta pintar es abstracto.
"Antes pintaba los peces y las mujeres, mujeres con frutas, jaulas con pajaritos...", dijo.
Su color favorito, el azul. Le gusta el vino y la playa. A esta prefiere ir solo, para poder meditar y ver cómo las olas traquean cuando se rompen en las piedras de la orilla. Esto lo relaja mucho.
También disfruta de la buena lectura. Entre sus favoritos están el peruano Mario Vargas Llosa, el uruguayo Mario Benedetti y la panameña Rose Marie Tapia.
La comida que lo vuelve loco es la italiana (lasaña, espagueti). Aunque también se le hace agua la boca ante un buen plato lleno de pescado frito con patacones, en la playa en El Rompío, en Los Santos.
"Quiero vivir bien, tranquilo. No me importa si no tengo dinero. Para mí lo más importante es educar a mis hijos y cuando esté más viejo, si acaso llego a viejo, querría estar muerto de la risa en un lugarcito en la playa del Valle de Antón o en Boquete".
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