Este inspector vial de la Oficina de Casco Antiguo tiene 6 años de trabajar ofreciéndole seguridad a los turistas, vela porque los vehículos no estén mal estacionados y que no entren camiones al área, para que no deterioren las calles ni los edificios. Además, es parte del equipo que se encarga de la seguridad interna.

Como él, hay otros 6 inspectores viales, con la única diferencia de que no tienen ninguna discapacidad. Pero Harri, pese a que desde los 3 años le dio poliomelitis, ha sabido batallar con los inconvenientes que se le han presentado en la vida.

Para realizar sus funciones recibió una capacitación. Sabe que las calles son muy pequeñas, pero orienta a los conductores para que no corran, lo máximo permitido son 20 kilómetros por hora. Reconoce que son muy pocos los que cumplen con lo establecido.

Su labor se intensifica porque no todos los peatones caminan por la acera, la mayoría de los turistas les gusta estar en medio de la calle, "para eso estamos nosotros, para que nadie salga lesionado", dice.

Soporta de todo, cuenta que más de las personas de alta jerarquía, quienes se quieren estacionar mal o en las aceras. De ellos recibe groserías y "como somos la imagen de la Oficina, tenemos que pagarles con una sonrisa".

Actualmente vive en el Casco Antiguo y ha notado sus cambios.

DESARROLLO
Desde que la UNESCO declaró el sitio patrimonio histórico, él está trabajando como inspector vial.